Didáctica de la Historia
Ayudar a los alumnos a estudiar historia, con base en actividades diseñadas, implica un cambio en el papel del maestro que ha trabajado con la idea de que su función es transmitir información. El nuevo planteamiento permite experimentar en el ambiente del salón de clases: ahora se busca que los estudiantes piensen, comenten, discutan con interés y aprendan.
Ante esta situación, es necesario trabajar para lograr:
a. Que los alumnos se interesen en buscar la forma de resolver los problemas que se les plantean; de esta manera compartirán sus ideas, tendrán acuerdos y desacuerdos, se expresarán con libertad y reflexionarán en torno a la problemática que intentan resolver.
b. Que los estudiantes lean con cuidado la información que hay en las actividades, pues con frecuencia los errores se deben a las interpretaciones de los enunciados.
c. Que muestren una actitud adecuada para trabajar en equipo; el maestro debe insistir en que todos los integrantes asuman la responsabilidad de la tarea que se trata de resolver, no de manera individual sino colectiva.
d. Que manejen de modo adecuado el tiempo para concluir las actividades. Más vale dedicar el tiempo necesario para que los alumnos adquieran conocimientos con significado, desarrollen habilidades y sigan aprendiendo, en lugar de repetirles información que pronto olvidarán. Tampoco es suficiente con plantearles problemas y esperar a que los resuelvan sin ninguna ayuda; se deben analizar, junto con
ellos, las actividades, aclarar ideas y, siempre que sea pertinente, aportar la información necesaria para su avance.
e. Que los maestros busquen espacio para compartir experiencias. La escuela en su conjunto debe dar a los docentes oportunidades para el aprendizaje significativo. Para ello será de gran ayuda que los profesores compartan sus experiencias, aunque no siempre sean exitosas; hablar de ellas y escuchar a sus compañeros les permitirá mejorar su trabajo.
La metodología didáctica que propone el programa oficial pone el énfasis en llevar a las aulas actividades de estudio que despierten el interés de los alumnos y los inviten a reflexionar, a buscar formas de resolver los problemas y a esgrimir argumentos para validar los resultados.
El conocimiento de conceptos, procesos y definiciones solo es importante si los alumnos lo pueden usar, de manera flexible, para solucionar problemas. Por ello, la construcción de ese conocimiento requiere procesos de estudio prolongados.
La actividad intelectual en estos procesos se apoya más en el razonamiento que en la memorización. Sin embargo, también son necesarios los ejercicios de práctica o el uso de la memoria para conservar ciertos datos; de este modo, los alumnos podrán avanzar hacia la solución de problemas más complejos.
De acuerdo con este enfoque, es determinante el papel que desempeña el medio, entendido como el conjunto de las situaciones problemáticas que hacen pertinente el uso de las herramientas que se pretende estudiar, así como los procesos que siguen los alumnos para construir nuevos conocimientos y superar los obstáculos que surgen en el proceso de aprendizaje.
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