Las ideas del liberalismo que beneficiaron a la burguesía prosperaron durante el siglo XVIII.

En este periodo, los ideólogos de un movimiento intelectual que se conoce como Ilustración

cuestionaron el poder absoluto del que gozaban los monarcas europeos (figura 1.10).

Los filósofos ilustrados proponían la creación de una sociedad más igualitaria, crítica y

libre; hacían énfasis en el predominio de la razón; pensaban que el progreso humano podía

alcanzarse mediante la educación y la difusión masiva del conocimiento.


Esas ideas hicieron eco en Francia, particularmente entre la burguesía ilustrada. En 1789

estalló la Revolución francesa en contra del poder absoluto de los monarcas. Este proceso se considera fundamental para la Edad Contemporánea porque derrocó a la monarquía absoluta y proclamó los Derechos del Hombre y del Ciudadano con el lema de “Libertad, igualdad y fraternidad”.


Procesos y acontecimientos mundiales de mediados del siglo XVIII a mediados del XX

En Europa ocurrieron revoluciones liberales entre 1820 y 1848. Algunas de ellas defendían la  identidad y las características propias de los individuos de cada región: historia común, lengua, costumbres, tradiciones y religión. Así comenzaron a consolidarse los Estados-nación en Europa y en América.

Estas ideas nacionalistas favorecieron la unificación de Italia y Alemania, territorios que hasta mediados del siglo XIX habían estado conformados por diversos reinos y principados independientes. A partir de la década de 1860, esos reinos unificados surgieron como Estados-nación y comenzaron a industrializarse.

En la segunda mitad del siglo XIX, el proceso de industrialización que se inició a mediados del siglo XVIII se intensificó y las potencias industriales debieron buscar recursos natura- les y mano de obra barata en otros continentes, así como nuevos mercados donde colocar sus productos.Así se dio la expansión de las naciones imperialistas. Estados Unidos de América también se industrializó y amplió su dominio sobre las nuevas naciones de América Latina, recién independizadas.

Ejemplo de ello es su invasión a México, en 1846; es decir, 25 años después de que este se independizara de España. El imperialismo afectó el desarrollo de los pueblos dominados por las naciones poderosas, pues los obligó a depender de ellas tecnológica y económicamente, lo que ocasionó atraso y pobreza que, en muchos casos, aún continúa.


El sentimiento nacionalista, el acelerado proceso de industrialización y la competencia imperialista por el dominio territorial del mundo ocasionaron tensión entre las potencias, lo que las llevó a armarse y a establecer alianzas: Alemania, Austria-Hungría e Italia formaron la Triple Alianza, mientras que Inglaterra, Francia y Rusia conformaron la Triple Entente.


La tensión condujo a una contienda armada de 1914 a 1918: la Primera Guerra Mundial. Después de la contienda se constituyó un organismo para mantener la paz, llamado la Sociedad de Naciones. Europa enfrentó una profunda crisis económica, política y social derivada de la guerra.


En las naciones perdedoras surgieron regímenes totalitarios que buscaban controlar la vida de los ciudadanos, imponer la fuerza militar y ofrecían restaurar el orden y la estabilidad económica. En Italia, este régimen fue dirigido por Benito Mussolini; en Japón, por el emperador Hirohito, y en Alemania, por Adolf Hitler, quien impulsó el nazismo.


Estados Unidos de América, en cambio, se transformó en la principal potencia económica y política del mundo. No obstante, también sufrió una crisis financiera a partir de 1929, conocida como la Gran Depresión, la cual tuvo importantes repercusiones en la economía mundial.


Rusia se retiró de la Primera Guerra Mundial antes de que terminara debido a que en su territorio estalló una revolución que dio lugar a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), donde también se instauró un sistema totalitario dirigido por Iósif Stalin (figura 1.11).


La Sociedad de Naciones no evitó que Alemania, Italia y Japón impulsaran políticas de expansión territorial y, en 1939, estalló la Segunda Guerra Mundial. En ella, se enfrentaron con Estados Unidos de América, Inglaterra y la URSS.


De este episodio surgieron dos naciones predominantes: Estados Unidos de América y la URSS. Para restablecer y mantener la paz mundial se formó un nuevo organismo internacional: la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con la finalidad de evitar nuevos conflictos armados. La ONU continúa en funciones, pero no siempre ha podido cumplir su objetivo.